La corriente de Groenlandia, editada por Nazarí y cuyo autor es José Luis Gärtner es, esencialmente, un libro de cuentos. De José Luis se
puede decir, sin ánimo ofensivo, que es un autor que tiene mucho cuento dada la
diversidad de obras, de los más variados géneros, que ha publicado
o escrito o representado (ya que también escribe
teatro), aunque no vive del cuento, como casi ningún escritor.
José Luis, como yo misma,
trabaja en la Administración de Justicia. Nuestra común profesión
permitió conocernos cuando él vivía en Málaga, sin embargo, casi nunca
hablábamos de los Juzgados. Conversábamos de los temas que a ambos nos
interesan y dejábamos a un lado el mundo judicial, con su burocracia, su
jerarquización, sus claros y oscuros y
que algo conocemos.
Desde la
publicación de los cuentos de Allan Poe, los relatos de Kafka y el posterior
impulso del boom latinoamericano,
el interés por el cuento no ha cesado. Quizás el que más gráficamente ha
definido el cuento haya sido, precisamente, uno de sus máximos exponentes: Julio
Cortázar. Cortázar, para diferenciar la novela del cuento los compara, respectivamente,
con las películas y con las fotografías. Mientras que una película
es un “orden abierto”, novelesco; una fotografía exige una limitación
impuesta por el reducido campo que abarca la cámara. También a través de la poesía se describe qué es y en
qué consiste un cuento. Como exponente podría servir el poema Sé
todos los cuentos de León
Felipe:
Yo no sé
muchas cosas, es verdad.
Digo tan
sólo lo que he visto.
Y he visto: que la cuna del hombre la mecen
con cuentos,
que los
gritos de angustia del hombre los ahogan con cuentos,
que el
llanto del hombre lo taponan con cuentos,
que los
huesos del hombre los entierran con cuentos,
y que el miedo del hombre...ha inventado todos
los cuentos.
Yo no sé
muchas cosas, es verdad,
pero me
han dormido con todos los cuentos...
y sé
todos los cuentos.
Este
poema forma parte de su obra Llamadme publicano; León Felipe,
desde el exilio mejicano hasta el final hasta el final de su vida, denunció la
situación política y espiritual del mundo moderno. Y aunque fuera
escrito en 1950 es un poema actual, pues ¿no es cierto que los gritos de
angustia y los llantos del hombre de ahora son taponados también con cuentos?
¿Qué se sabe, de verdad, del terrorismo islámico, del tráfico de armas, del
narcotráfico? Sabemos una parte superficial de algunas cosas porque conocemos
hechos aislados, pero no el núcleo de la verdad. La verdad de temas tan
importantes y universales la saben sólo algunos poderosos, a los demás
nos cuentan… un cuento. Yo no sé, como dice León Felipe, si el miedo del
hombre es el que ha inventado todos los cuentos, más bien pienso que son
los intereses económicos y espurios los que han inventado y transmitido algunos
cuentos. Pero el hombre, el ser humano, necesita evadirse de esa
realidad impuesta que le aplasta y hasta le humilla y, desde el principio
de la Historia, ha ideado un mundo ficticio, alegórico, imaginario; inventa,
por tanto, el mundo literario.
Gärtner
lo explica muy bien en Biografía de un astronauta.
Como
en toda ficción, también en el libro La corriente de Groenlandia, hay
entremezclados datos y detalles autobiográficos; de esta manera conoceremos su
pasión por la música clásica, sus dudas, el anhelo de encontrar la
obra perfecta aún a sabiendas de su inexistencia, la banalidad del miedo, sus
destrezas culinarias, ciudades que le han conquistado y a las que
nunca ha dejado de regresar como, por ejemplo, la Habana. Pero lo que
más nos participa con sus relatos es su personal mundo
onírico.
El
libro se divide en dos partes y contiene 44 relatos. De entre todos ellos
destaco La corriente de Groenlandia, que le da título al libro,
y Todopoderoso. El tema es común: el sentimiento ante la
pérdida de un animal. El estilo, diferente. Groenlandia es un
relato contemporáneo, Todopoderoso nos transporta a los
antiguos cuentos orientales; Nos traslada, por tanto, al origen mismo de la
Literatura.
La
primera civilización de la humanidad, los sumerios, se inició en el valle
formado por los ríos Éufrates y Tigris. Los griegos le llamaron
Mesopotamia y hoy pertenece, principalmente, a Irak, Irán y Siria.
Fueron
los sumerios los que iniciaron la escritura críptica. Escribían en tablillas de
arcilla y parte de esas tablillas han llegado hasta nosotros. En algunas de
ellas se cuentan las aventuras del fuerte, el admirable y el providente
Gilgamesh, que era dios y rey del Estado de Uruk, sobre el año 2500 a.c.;
en los poemas se plasma el lamento de Gilgamesh por la degradación humana
como causa del diluvio, pero también Gilgamesh buscaba lo eterno, lo perfecto,
lo absoluto... con tanto afán que uno de sus acompañantes le descubre la realidad
con este bellísimo poema que es toda una sentencia: ¿a dónde vas
Gilgamest? La vida que tú buscas nunca la encontrarás.
Por
tanto, desde el año 2500 a.c. nos siguen importando las mismas cosas, buscamos
lo mismo, tanto en Oriente como en Occidente, entonces ¿Por qué es tan difícil
entenderse? De verdad ¿hemos avanzado algo?
Rosa Burgos.