A Manuel lo conocí en 1975, sin embargo, no hablé personalmente con
él hasta 33 años después, es decir, hasta 2008.
El 27 de septiembre del 75 todos los periódicos salieron a la calle con la publicación, en primera plana, de unas fotografías que formaban dos filas; en la primera, estaban las fotos de 5 hombres ejecutados a la pena de muerte; en la segunda, las de los 6 a los que se les conmutó la pena por 30 años de reclusión. La foto de Manuel Blanco Chivite, miembro del Frente Revolucionario Antifascista y Patriota, aparecía en la segunda hilera enterándose de ese importante cambio sólo un par de horas antes de la ejecución.
El 27 de septiembre del 75 todos los periódicos salieron a la calle con la publicación, en primera plana, de unas fotografías que formaban dos filas; en la primera, estaban las fotos de 5 hombres ejecutados a la pena de muerte; en la segunda, las de los 6 a los que se les conmutó la pena por 30 años de reclusión. La foto de Manuel Blanco Chivite, miembro del Frente Revolucionario Antifascista y Patriota, aparecía en la segunda hilera enterándose de ese importante cambio sólo un par de horas antes de la ejecución.
Cuando
sale de prisión, por aplicación la Ley de Amnistía 1977, lo
primero que hace es ir a visitar a su familia, y después, se va
unos días a Canarias, invitado por un amigo periodista. A los dos
días de estar en La Laguna la Guardia Civil entra disparando en la
Universidad y mata a un estudiante. La revista Interviú localiza a
Manuel y le encarga, como periodista que es, un reportaje sobre esos
hechos y Manuel acude inmediatamente a la Universidad a
investigarlos. El Gobernador Civil y demás autoridades de la isla
reciben anónimos (o se los inventan) advirtiéndoles que el conocido
miembro del FRAP estaba en La Laguna cuando matan al estudiante,
dando a entender, con todo cinismo, que tenía algo que ver con la
muerte del universitario. Hace 3 años yo también estaba
investigando los hechos de la Universidad de la Laguna cuando leí
el nombre de Blanco Chivite en los informes oficiales, por eso
busqué su teléfono, lo llamé y le pregunté si recordaba esos
sucesos y si podía hacerle una entrevista. Como las respuestas
fueron afirmativas en ambos casos fui a Madrid a hacérsela.
Entonces fue cuando, personalmente, hablé por primera vez con él.
Desde
entonces hasta ahora he ido leyendo sus libros a la par que he
conocido su casa, su trabajo o su vida.
Manuel
vive en el barrio de Lavapiés y en su casa ha construido, como casi
cada uno en la suya, el mundo que le alimenta; Su mundo es la
literatura. Pequeñas pirámides compuestas de hojas sueltas,
servilletas de papel escritas, libretas de distintos tamaños y
colores, hojas de periódicos y de revistas constituyen proyectos de
libros que piensa escribir un día y que ocupan parte de la mesa del
comedor, del mueble del salón o incluso del sofá.
Pero
Manuel no es sólo escritor es también editor. En un barrio
periférico de Madrid tiene su editorial: Garaje Ediciones; el
nombre no es una ficción pues la apariencia exterior es la de garaje
aunque, desde luego, no es un garaje al uso pues, a medida que la
puerta metálica de la calle se va abriendo se puede ver ya en las
paredes de la entrada dos enormes cuadros del pintor Mariano Lozano,
creador del movimiento Estrujenbank y, dentro del enorme local hay
una biblioteca, grandes mesas, atriles, botes de pintura, pinceles,
lienzos, etc y más de 200 cuadros colgados de las altas paredes.
Allí
también se conserva un importantísimo fondo documental y
bibliográfico del Partido Comunista de España Marxista-Leninista y
del FRAP que ha sido estudiado y consultado por mucha gente para la
publicación de tesis, libros y artículos. Rodeado de ese ambiente
trabaja Manuel en su editorial.
El
primer libro que leí de él: De bar en bar hasta llegar al mar,
que, por supuesto, recomiendo, me dejó un poco descolocada pues
nunca antes había leído un libro donde se mezclaran todos los
géneros literarios y que el resultado fuera efectivo e inteligente.
Leí con mucho interés Diario de Etiopia, resultado de sus
vivencias políticas en ese país subsahariano, leí un libro
erótico como Incorrecciones sexuales, leí otros de novela
negra y policiaca como Los comunicados del lobo o Se presenta el
detective Bus. Me quedan otros muchos por leer como, por ejemplo,
De matar y de morir o la biografía de Manuel Vázquez
Montalbán que es, por cierto, la primera que se publicó de este
importante escritor.
Pero,
como antes he dicho, yo estaba acostumbrada a otro tipo de literatura
de Manuel, por eso el libro La llegada de Ariadna me ha
sorprendido tanto. Es un libro afectuoso, sensible, delicado,
intimista pero también es un libro reflexivo, realista y pesimista
sobre el mundo en el que va a vivir Ariadna: unos padres sobradamente
preparados, ella periodista y él diseñador gráfico, que viven con
el miedo de quedarse en paro o que ya lo están; una vivienda de 40
m2, adquirida con hipoteca, pero ¿Qué es una hipoteca? pregunta
figuradamente Ariadna, y el autor le responde que es el precio de la
casa que se compra previamente al Banco y que si dejas de pagarla se
produce un milagro gracias al mismo Banco: el piso desaparece bajo
tus pies. Es también, un libro muy urbano porque el único campo que
se le muestra a la niña es el que hay: el parque donde la abuela va
a pasear al perro.
En la
entrevista que le hice a Manuel hace 3 años me contó que un día
estaba en el patio de la prisión y el aire le llevó a sus pies una
hoja rota de un periódico, la cogió y leyó que 4 jóvenes habían
fallecido en accidente de tráfico y pensó que qué plástica es la
vida, pues él, el día antes, creía que iba a morir y estaba
paseando en el patio y ellos que, quizás nunca tuvieron presente la
muerte, ya no existían.
Si la
foto de Manuel Blanco Chivite hubiera estado en la primera fila de
las que publicó la prensa aquel septiembre de 1975, hoy todo su
mundo maravilloso, su libros, su editorial, su amistad, por lógica,
hubiera sido imposible, entonces ¿Cómo se puede estar a favor de la
pena de muerte o de una guerra o de la violencia?
Rosa
Burgos López
Ateneo
de Málaga, 26 de abril de 2011