lunes, 21 de noviembre de 2011

La llegada de Ariadna, de Manuel Blanco Chivite

A Manuel lo conocí en 1975, sin embargo, no hablé personalmente con él hasta 33 años después, es decir, hasta 2008. 
El 27 de septiembre del 75 todos los periódicos salieron a la calle con la publicación, en primera plana, de unas fotografías que formaban dos filas; en la primera, estaban las fotos de 5 hombres ejecutados a la pena de muerte; en la segunda, las de los 6 a los que se les conmutó la pena por 30 años de reclusión. La foto de Manuel Blanco Chivite, miembro del Frente Revolucionario Antifascista y Patriota, aparecía en la segunda hilera enterándose de ese importante cambio sólo un par de horas antes de la ejecución.
Cuando sale de prisión, por aplicación la Ley de Amnistía 1977, lo primero que hace es ir a visitar a su familia, y después, se va unos días a Canarias, invitado por un amigo periodista. A los dos días de estar en La Laguna la Guardia Civil entra disparando en la Universidad y mata a un estudiante. La revista Interviú localiza a Manuel y le encarga, como periodista que es, un reportaje sobre esos hechos y Manuel acude inmediatamente a la Universidad a investigarlos. El Gobernador Civil y demás autoridades de la isla reciben anónimos (o se los inventan) advirtiéndoles que el conocido miembro del FRAP estaba en La Laguna cuando matan al estudiante, dando a entender, con todo cinismo, que tenía algo que ver con la muerte del universitario. Hace 3 años yo también estaba investigando los hechos de la Universidad de la Laguna cuando leí el nombre de Blanco Chivite en los informes oficiales, por eso busqué su teléfono, lo llamé y le pregunté si recordaba esos sucesos y si podía hacerle una entrevista. Como las respuestas fueron afirmativas en ambos casos fui a Madrid a hacérsela. Entonces fue cuando, personalmente, hablé por primera vez con él.
Desde entonces hasta ahora he ido leyendo sus libros a la par que he conocido su casa, su trabajo o su vida.
Manuel vive en el barrio de Lavapiés y en su casa ha construido, como casi cada uno en la suya, el mundo que le alimenta; Su mundo es la literatura. Pequeñas pirámides compuestas de hojas sueltas, servilletas de papel escritas, libretas de distintos tamaños y colores, hojas de periódicos y de revistas constituyen proyectos de libros que piensa escribir un día y que ocupan parte de la mesa del comedor, del mueble del salón o incluso del sofá.
Pero Manuel no es sólo escritor es también editor. En un barrio periférico de Madrid tiene su editorial: Garaje Ediciones; el nombre no es una ficción pues la apariencia exterior es la de garaje aunque, desde luego, no es un garaje al uso pues, a medida que la puerta metálica de la calle se va abriendo se puede ver ya en las paredes de la entrada dos enormes cuadros del pintor Mariano Lozano, creador del movimiento Estrujenbank y, dentro del enorme local hay una biblioteca, grandes mesas, atriles, botes de pintura, pinceles, lienzos, etc y más de 200 cuadros colgados de las altas paredes.
Allí también se conserva un importantísimo fondo documental y bibliográfico del Partido Comunista de España Marxista-Leninista y del FRAP que ha sido estudiado y consultado por mucha gente para la publicación de tesis, libros y artículos. Rodeado de ese ambiente trabaja Manuel en su editorial.
El primer libro que leí de él: De bar en bar hasta llegar al mar, que, por supuesto, recomiendo, me dejó un poco descolocada pues nunca antes había leído un libro donde se mezclaran todos los géneros literarios y que el resultado fuera efectivo e inteligente. Leí con mucho interés Diario de Etiopia, resultado de sus vivencias políticas en ese país subsahariano, leí un libro erótico como Incorrecciones sexuales, leí otros de novela negra y policiaca como Los comunicados del lobo o Se presenta el detective Bus. Me quedan otros muchos por leer como, por ejemplo, De matar y de morir o la biografía de Manuel Vázquez Montalbán que es, por cierto, la primera que se publicó de este importante escritor.
Pero, como antes he dicho, yo estaba acostumbrada a otro tipo de literatura de Manuel, por eso el libro La llegada de Ariadna me ha sorprendido tanto. Es un libro afectuoso, sensible, delicado, intimista pero también es un libro reflexivo, realista y pesimista sobre el mundo en el que va a vivir Ariadna: unos padres sobradamente preparados, ella periodista y él diseñador gráfico, que viven con el miedo de quedarse en paro o que ya lo están; una vivienda de 40 m2, adquirida con hipoteca, pero ¿Qué es una hipoteca? pregunta figuradamente Ariadna, y el autor le responde que es el precio de la casa que se compra previamente al Banco y que si dejas de pagarla se produce un milagro gracias al mismo Banco: el piso desaparece bajo tus pies. Es también, un libro muy urbano porque el único campo que se le muestra a la niña es el que hay: el parque donde la abuela va a pasear al perro.
En la entrevista que le hice a Manuel hace 3 años me contó que un día estaba en el patio de la prisión y el aire le llevó a sus pies una hoja rota de un periódico, la cogió y leyó que 4 jóvenes habían fallecido en accidente de tráfico y pensó que qué plástica es la vida, pues él, el día antes, creía que iba a morir y estaba paseando en el patio y ellos que, quizás nunca tuvieron presente la muerte, ya no existían.
Si la foto de Manuel Blanco Chivite hubiera estado en la primera fila de las que publicó la prensa aquel septiembre de 1975, hoy todo su mundo maravilloso, su libros, su editorial, su amistad, por lógica, hubiera sido imposible, entonces ¿Cómo se puede estar a favor de la pena de muerte o de una guerra o de la violencia?



Rosa Burgos López
Ateneo de Málaga, 26 de abril de 2011